Hoy vamos a hablar de una condición que prevalece en muchas de las familias de nuestra sociedad, un mal que está acabando con la vida espiritual, emocional y física de muchas personas. Es el pecado de la violencia intrafamiliar. La violencia doméstica está destruyendo a nuestras familias. Como iglesia y como cristianos debemos declarar que estamos en contra de cualquier tipo de violencia y decirles a las víctimas que estamos acá para apoyarlas y ayudarlas. Sé que es un tema difícil de escuchar, especialmente para las mujeres que experimentaron abuso doméstico en el pasado o están en una relación de violencia.
Nos vamos a enfocar en la violencia en contra de la mujer y de los hijos. Aunque hay hombres que son víctimas de violencia doméstica, son la minoría alrededor del 2%. La gran mayoría de personas que sufren de esta epidemia son mujeres, aproximadamente en el 98% de casos reportados en Argentina, la mujer es la víctima.
A nivel mundial, una de cada tres mujeres sufre violencia por parte de su pareja. Por sorprendente que sea esta estadística, es aún más sorprendente cuando recordamos que la violencia doméstica es uno de los delitos menos denunciados. Déjame decirte que nuestro corazon está con vos, que estamos acá para vos. Esperamos y oramos para que encuentres libertad de esa vida de abusos, y que seas sanada de tus heridas del corazon.
A veces podemos llegar a pensar que la violencia intrafamiliar ocurre en otros lados, en otras comunidades, pero no en la nuestra. No en nuestra familia, no en nuestra iglesia, no con nuestras amistades; pero esto es solo un mito. La realidad es que estas conductas abusivas pueden afectar a cualquier mujer en todas las clases sociales sin diferenciar la raza, color, religión, estatus socioeconómico, nivel de educación, o nivel de confianza en sí misma.
Algo más sorprendente, es que muchas mujeres en situaciones de violencia ni siquiera saben que son víctimas. Muchas de ellas piensan que a veces su marido o su pareja solo se enfurecen cuando les pasa algo, cuando algo les va mal o porque ellas mismas dijeron algo que causó la explosión. Quizás justificaron el comportamiento del marido porque después él le pidió disculpas a la esposa, sin saber que este es el comportamiento o el ciclo vicioso que le llamamos el ciclo de la violencia intrafamiliar. O algunas pueden no reconocer que viven en una situación de abuso porque piensan que el abuso es solamente cuando hay violencia física hacia ella.
¿Qué es la violencia intrafamiliar?
La violencia contra la mujer es toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, basada en una relación desigual de poder, cause por consecuencia un daño físico, psicológico, emocional, económico, sexual o espiritual. Cuando esto ocurre dentro de una relación íntima o familiar, se le llama violencia intrafamiliar. Incluye las relaciones vigentes o finalizadas, en el cual la convivencia no es un requisito.
El agresor utiliza un patrón de conducta que controla e intimada a otra persona y pone en peligro la seguridad o el bienestar de un miembro de la familia. La violencia doméstica incluye el maltrato infantil, abuso sexual y maltrato de la mujer. Estos son delitos crueles y complejos que destruyen la vida de la mujer y la de los hijos. Vivir en un hogar violento y disfuncional, tiene consecuencias devastadoras que moldean la personalidad y la identidad de la mujer, niños y adolescentes, y de su forma de relacionarse. La violencia vivida pasa de generación en generación y se reproduce en la vida futura de los hijos.
¿Pero que dice la Biblia sobre esta situación familiar?
En la Biblia, toda violencia es considerada un pecado contra Dios y la humanidad. La palabra de Dios condena toda violencia física, emocional, psicológica, sexual, y espiritual. Aunque la Biblia no menciona directamente la palabra abuso, sí usa el termino opresión por todas las Escrituras. Esta opresión es la que el abusador inflige sobre sus víctimas.
La autoridad Bíblica para condenar la violencia doméstica se puede encontrar en Gálatas 5:19-21 “Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje;idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
- Inmoralidad sexual, impureza y libertinaje – el abuso sexual se encuentra con frecuencia en las relaciones de violencia doméstica. Los agresores tienden a tener “aventuras” o participar en pornografía debido a una adicción sexual acompañante, o un deseo de lastimar y degradar a su pareja.
- Odio, discordia y disensiones -incluso en ausencia de abuso físico, el abuso verbal y psicológico destruye las relaciones y los hogares.
- Celos – los celos son a menudo el primer signo de una personalidad controladora.
- Arrebatos de ira – al enfurecerse y amenazar, un agresor gana poder sobre la víctima.
- Borracheras – Aunque el abuso de alcohol y drogas no son la causa de la violencia doméstica, con frecuencia están presentes en estas situaciones. A veces es usado como una excusa para golpear a la familia alegando que lo “hicieron fuera de control”.
- Rivalidades / ambición egoísta – el agresor es a menudo egocéntrico, egoísta y/o narcisista (amante de sí mismo).
La palabra de Dios nos da cierto entendimiento de que las mujeres son particularmente vulnerables a la violencia doméstica. Colosenses 3:19 “Esposos, amen a sus esposas y no sean duros con ellas.” 1 Pedro 3:7 dice “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Queda claro que Dios prohíbe todo comportamiento que resulte en humillación, desprecio, o heridas emocionales o físicas a su esposa y familia.
La violencia intrafamiliar ofende la dignidad y los derechos humanos de la persona. La base de los derechos humanos es la presencia de la imagen de Dios en el ser humano, ya que fuimos creados a Su imagen. Génesis 1:27 “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Cuando una mujer es agredida, esa agresión es cometida contra la imagen de Dios que ella lleva impresa en su espíritu. El hombre que abusa de una mujer o de un menor, no tiene temor de Dios en su corazón, y si no tiene temor de Dios, tampoco tendrá respeto por su imagen.
La violencia se usa para poder mantener el control y el poder sobre otra persona. Por esto es importante comparar los comportamientos del agresor a la luz de la palabra de Dios. Si comparamos la manera en que Dios usa el poder y el control, vamos a ver que es completamente opuesto a la manera en que es usado por hombres que ejercen violencia. El uso de poder y control que vemos en Dios padre, Jesucristo y el Espíritu Santo nos lleva al arrepentimiento y a una transformación del corazón, de la mente y del alma. No es un poder autoritario y abusivo como el de hombres violentos.
Mateo 20:28 “así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” Jesús nos enseña humildad, amabilidad, amor por otros y el servicio a otros; directamente opuesto al control coercitivo que es común en la violencia doméstica.
Dios siempre está del lado de la víctima, del lado del oprimido, de los huérfanos. El Señor defiende a los grupos más vulnerables de la sociedad porque tienen más probabilidades de sufrir las peores injusticias. Por eso como cristianos, debemos reflejar el corazón de Dios y ayudar y proteger a las víctimas de violencia. Proverbios 31:8-9 “Habla a favor de los que no pueden hablar por sí mismos; garantiza justicia para todos los abatidos. Sí, habla a favor de los pobres e indefensos, y asegúrate de que se les haga justicia”.
La raíz de la violencia es el pecado que mora en el corazon del hombre; es un problema de un corazón que no fue regenerado por el espíritu de Dios. Hay una dureza de corazon donde la persona usa su poder, control y manipulación para someter a su familia a la fuerza.
Lucas 6:45 “El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien; pero el que es malo, de su maldad produce el mal, porque de lo que abunda en el corazón habla la boca”. Jesús nos dice acá que las personas pueden ser juzgadas por lo que dicen y hacen, ya que sus palabras y conductas revelan lo que realmente hay en su interior. La constancia de palabras y de conductas pecaminosas revelan un corazón pecaminoso apartado de Dios.
Pero tenemos la buena noticia del evangelio y de la salvación; Dios puede cambiar ese corazón de piedra y darte un corazón nuevo que esté a los pies de Jesús, que siga sus mandamientos y su palabra. En Ezequiel 11:19-20 el Señor nos dice “Yo les daré un corazón íntegro, y pondré en ellos un espíritu renovado. Les arrancaré el corazón de piedra que ahora tienen, y pondré en ellos un corazón de carne, para que cumplan mis decretos y pongan en práctica mis leyes. Entonces ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios.”
Dios interviene a través de la vida y la muerte de Jesús para condenar toda forma de violencia, opresión y abuso. Jesús les da una nueva vida, restauración y sanación a todos los que se arrepienten y aceptan Su salvación. La salvación que el Señor Jesús nos ofrece se trata de liberación: ser libres de pecados que esclavizan, de opresión, de abusos, de una vida sin sentido. Al estar sujetos a una persona que nos oprime, no vivimos la vida de libertad que la muerte de Cristo nos ofrece. Jesús ya hizo el sacrificio de sufrimiento y muerte en la cruz, y nosotras no tenemos que seguir sufriendo a manos de un agresor. El sacrificio de Jesús terminó en la cruz. Jesús nos llama a tener relaciones de paz y amor, sin violencia.
¿Qué podemos hacer?
Primero debemos aclarar que, como iglesia y como cristianos, estamos en contra y condenamos cualquier tipo de violencia. No hay nada en la Biblia que justifique el abuso de otra persona. Al contrario, la palabra de Dios nos da mandamientos como estos:
Efesios 4:29, 31-32 “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
Te dejamos algunas recomendaciones para tu restauración y sanación:
#1 – El primer paso es tener una relación personal con Jesús.
Una relación personal con el Señor Jesús es el primer paso a la restauración y a la renovación de nuestra mente. El Señor es quien te puede restaurar y sanar todas tus heridas del pasado. Él puede devolverte la paz, librarte del temor, de la ansiedad y de la depresión que causa vivir en un hogar disfuncional. Dios tiene planes de bien para nosotros y no de mal. En Jeremías 29:11 el Señor nos dice “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.”
Romanos 12:2 nos dice “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta”.
Pero para poder liberarnos de una vida de ataduras espirituales, es importante perdonar a las personas que nos hicieron mal. El perdón no siempre tiene como propósito reconciliar la relación. Más bien es el perdón lo que le permite a una persona superar el trauma, liberándola del poder que la relación abusiva ha tenido sobre ella. El perdón no requiere que una víctima se quede con un conyugue abusivo.
Una relación con Jesús implica perdonar a los que nos hicieron mal. Jesús nos enseña a perdonar a nuestros enemigos. Colosenses 3:13 nos dice “de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.” Sabemos que Jesús perdonó a sus enemigos. Jesús fue traicionado, negado, y su propio ser fue destrozado; su cuerpo sufrió por el mal de la violencia. Cualquiera que sea negado de esa manera, convertido en un ser inexistente y destrozado por la violencia de género es plenamente conocido por Dios.
#2 – El segundo paso es romper el silencio y contarle a alguien de confianza o a un terapeuta lo que está ocurriendo.
Queremos animar a las víctimas a que salgan de la oscuridad y que busquen ayuda. No aconsejamos que la víctima confronte la situación con el agresor ya que él no va a admitir el comportamiento o lo tratará de minimizar. Lo más importante es la seguridad de la víctima y por eso es recomendable hablar con alguien que esté familiariza con casos de violencia.
Si te congregas en alguna iglesia, recomendamos exponer el tema con el pastor y los líderes de la iglesia para que puedan hablar con el marido, exponer este pecado y ver si llega al arrepentimiento genuino. Mateo 18:15-18 nos enseña sobre la disciplina de un hermano que ha pecado. Esto implicaría que la persona se arrepienta de todo corazón, acepte de veras a Jesús en su corazón, admita que tiene un problema y busque ayuda profesional. Vamos a encontrarnos que algunos agresores, cuando se enteran que fueron denunciados a las autoridades o su pecado fue expuesto a los líderes de la iglesia, mostraran un leve cargo de conciencia y un aparente arrepentimiento. Esto es solo otra táctica para que la mujer vuelva con él y continúe el ciclo de violencia como algo normal.
#3 – Tercero, recomendamos hacer las denuncias pertinentes para que el agresor tenga las consecuencias justas sobre sus acciones violentas y para que la víctima obtenga protección legal y asistencia.
Si bien el arrepentimiento siempre es posible y siempre debemos orar para que el agresor llegue al arrepentimiento, sea restaurado y experimente el perdón de Dios, eso no excluye experimentar las consecuencias necesarias de sus acciones. Gálatas 6:7-8 “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna”.
Si estas en una situación de vida o muerte, llamá al 911; lo más importante es tu seguridad y la de tus hijos. Si no hay peligro inmediato, recomendamos que hagas las denuncias de abuso físico, sexual, amenazas, y violencia hacia los menores. Esto es bíblico porque Dios odia la violencia y el abuso dentro de la familia.
Efesios 5:11-13 dice “No tengan nada que ver con las obras infructuosas de la oscuridad, sino más bien denúncienlas,porque da vergüenza aun mencionar lo que los desobedientes hacen en secreto. Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible”. Es la responsabilidad de la iglesia y de los cristianos exponer este delito, y no encubrirlo.
Muchos actos de violencia están en contra de la ley. Tenemos que utilizar las leyes de nuestro gobierno para parar el abuso en contra de la mujer y la familia. Recomendamos sacar fotos de golpes, heridas, marcas etc. y conservar la evidencia del abuso. Es importante guardar todos los textos, mensajes y correos electrónicos con amenazas, fotos, etc.
#4 – Por último, la separación temporaria o definitiva es el próximo paso.
En muchos casos, la víctima deber ser alejada de su abusador y protegida, con un familiar o alguien de confianza. La separación temporaria terapéutica no es aconsejable para situaciones en la cual un miembro de la pareja es objeto de violencia familiar, o donde haya un desequilibrio de poder o temor al otro. Esta terapia solo funciona en situaciones de abuso emocional o verbal leve, que haya ocurrido en un corto periodo de tiempo y no en situaciones de abuso verbal o emocional prolongado. La separación terapéutica basada en las enseñanzas de Cristo puede tener resultados positivos si el agresor admite tener un problema de violencia, se arrepiente de corazón ante Dios y está dispuesto a cambiar su conducta a largo plazo antes de volver con la mujer.
Muchas veces, la separación definitiva es lo más recomendable en relaciones de violencia doméstica (a largo plazo o constante), ya que la prioridad es proteger a la mujer y a sus hijos.
La gracia de Cristo está disponible para la víctima y también para el agresor, en distintas maneras. Cristo acompaña a la víctima en su dolor emocional y físico. Al agresor, Cristo lo acompaña en las consecuencias de su pecado, aun cuando en casos puede resultar en su encarcelamiento.
Queremos ayudarte a encontrar sanación para que puedas recibir el amor, la alegría y la esperanza de Dios para el futuro.
Dios tiene grandes planes para cada una de ustedes, planes de bien, planes que te llenaran de paz y de felicidad. Planes donde el Señor te mostrará su fidelidad y amor. En Marcos 5:36, Jesús dijo “No temas, cree solamente”. El temor viene del enemigo. No permitas que las cosas negativas que escuchas pongan en duda quien sos para Dios y todo lo que él quiere hacer en tu vida. Sigue firme en el Señor, en su palabra, en sus promesas y veras la gloria de Dios actuando en tu favor.
No temas ni desmayes, porque el Señor te dará la victoria; su plan es perfecto y nunca falla. El Señor siempre está contigo. Hebreos 13:5-6 “porque Dios ha dicho: Nunca te dejare; jamás te abandonare. Así que podemos decir con toda confianza: El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?”
El Señor Jesús entrego su vida por vos, para que seas libre de toda atadura y sufrimiento. Pero debes buscar la ayuda necesaria para salir de ese conflicto y el Todopoderoso te sostendrá, te fortalecerá y te librará. Jeremías 15:21 nos dice “Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes.”