Nos reunimos para estudiar la palabra de Dios y aprender como Dios quiere que vivamos nuestra vida, a fin de conocerlo a Él como nuestro salvador personal y fortalecer nuestra fe en tiempos de prueba. Romanos 10:17 nos dice “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. La fe es la confianza de que Dios hará lo que dice que hará.
A medida que estudiamos las Sagradas Escrituras y oramos, nuestra fe se va fortaleciendo en las siguientes formas. Por una parte, aprendemos las promesas de Dios, las cuales podemos reclamar. Por otro lado, las historias de la Biblia nos tranquilizan y nos ayudan a fortalecer nuestra fe.
Muchas veces tenemos una baja percepción de nosotras mismas lo cual afecta nuestra identidad en Cristo y nuestro llamado. A veces nos criamos en hogares donde no fuimos valoradas y respetadas como tendríamos que haber sido. Muchas de nosotras pasamos de criarnos en este tipo de hogar y después a casarnos con un hombre que tampoco nos valora y respeta. Entonces ya de adultas tenemos que aprender cual fue el designio de Dios para nuestras vidas. Cuando realmente entendemos nuestra identidad en Cristo, nuestra forma de ver la vida va a estar basada en lo que Dios dice que somos. Somos más que vencedoras por medio de aquel que nos amó (Romanos 8:37).
El hombre y la mujer fueron creados para grandes propósitos. Desde la fundación del mundo, ya estábamos en el corazón de Dios diseñadas para grandes propósitos; somos representantes de Dios ante este mundo. Somos lo que Dios dice que somos, no lo que otros piensan de nosotras.
Por eso en Redención de la Mujer ponemos a Dios primero y enseñamos una forma de vida basada en las Sagradas Escrituras. En Mateo 6:33, Dios nos dice “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”