Guía Pastoral

Relaciones Tóxicas

Las relaciones se dividen en dos categorías.  Están las relaciones sanas o saludables, que se construyen basadas en el respeto, la honestidad y la confianza.  La pareja se apoya mutuamente, muestra empatía hacia la otra persona, y ambas partes están dispuestos a dar y a recibir.  Cuando hay conflictos en la relación, los dos están dispuestos a resolverlo de una manera satisfactoria para ambos y que no resulte en que una persona imponga su voluntad sobre la otra. 

La otra categoría de relaciones se caracteriza por comportamientos que son dañinos o tóxicos para la otra persona.  La toxicidad puede afectar relaciones con la pareja, un miembro de la familia, amigo o compañero de trabajo.  Estas relaciones pueden hacer que la persona se sienta irrespetada e incomprendida, lo cual lleva a sentimientos de inseguridad, infelicidad y ansiedad.

No todas las relaciones tóxicas son abusivas; sin embargo, todas las relaciones abusivas pueden considerarse tóxicas.  En una relación tóxica, por lo general, hay una falta de respeto y una violación de los limites; esto puede ocurrir sin que la persona se dé cuenta del daño que causa.  Cuando estos comportamientos son constantes con la intención de dañar a la otra persona, se le considera una relación abusiva.  El abuso proviene del deseo de tener poder sobre la otra persona y controlar su comportamiento.

Señales de una Relación Tóxica

Generalmente, la persona involucrada en una relación dañina no se da cuenta de la situación que está viviendo.  Frecuentemente, las actitudes tóxicas se normalizan por parte de la víctima y la persona tiende a perdonar cualquier cosa.  Dependiendo del tipo de relación, las señales de toxicidad pueden ser muy sutiles u obvias.   Algunas de ellas son…

  • Aislamiento – la persona tóxica intenta aislar a la pareja de familiares y amigos para limitar el apoyo y aumentar la dependencia de la relación.  Se deja de pasar tiempo con otras personas para evitar conflictos.
  • Sientes que no hay confianza – la persona con frecuencia te decepciona o hace promesas que no puede cumplir.
  • Culpabilización – la persona tóxica no tiene sentido de responsabilidad personal por los eventos negativos en la relación; le echa la culpa a la pareja por todo.
  • Celos y desconfianza – hay actitudes de control, celosía y desconfianza constante.  Se acusa a la pareja de coquetear o salir con otra persona, cuando en realidad la persona tóxica es la que a menudo participa de estos comportamientos de infidelidad.   
  • Posesivo y manipulador – la persona tóxica quiere tener a la pareja controlada todo el tiempo.  El chantaje emocional y la manipulación son la norma, no hay respeto hacia la pareja ya que se actúa de manera egoísta.
  • Desacuerdos frecuentes – hay discusiones continuas y negatividad, donde la persona controladora menosprecia a la pareja o critica sus acciones de forma constante. 
  • Estrés constante – si te encuentras constantemente nervioso con tu pareja, es una bandera roja de que algo está mal.  Te puedes sentir mental o físicamente agotado con esa relación.
  • Te sientes sin apoyo, incomprendido o atacado.  Das más de lo que recibes. 

¿Se puede arreglar una relación tóxica?

Esto depende si las personas involucradas están dispuestas a trabajar en esos cambios necesarios para que se forme una relación sana.  Todos en algún momento podemos tener comportamientos dañinos hacia otra persona, pero lo que define una relación como tóxica es cuando esas conductas se manifiestan de forma habitual. 

Uno de los primeros pasos para restaurar la relación es reconocer los comportamientos tóxicos en los cuales están involucrados.  Es necesario que haya una comunicación abierta y sincera sobre esas conductas negativas, de como se siente cada uno, y si se está dispuesto a cambiar.  Se debe escuchar activamente, tener empatía y ser constructivo.

Los terapeutas de pareja pueden ayudar a identificar los factores que contribuyen a la toxicidad y trabajar para mejorar la comunicación entre las partes, como también en maneras saludables de resolver los problemas. 

Hay relaciones en las cuales la persona tóxica no acepta su comportamiento y no está dispuesta a hacer ningún cambio.  Es posible que en estos casos la relación esté destinada a fracasar y es mejor salir de ahí con dignidad que seguir sufriendo.   

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