La violencia doméstica produce efectos devastadores en todos los miembros de la familia. En lo físico, puede producir lesiones, discapacidades, o la muerte por asesinato o suicidio. El estado de salud de la víctima deteriora por lo que es más propensa a desarrollar enfermedades de estrés, diabetes, asma, artritis, trastornos gastrointestinales, trastornos alimentarios (anorexia o bulimia), cardiopatías y otros problemas.
El efecto emocional y psicológico que trae la violencia contra la mujer causa trastornos emocionales profundos:
- Baja autoestima y alto nivel de autocrítica;
- Depresión y angustia;
- Fobias e irritabilidad;
- Estrés y ansiedad;
- Desorientación;
- Dependencia;
- Impotencia e indecisión;
- Trastorno de estrés postraumático;
- Irritabilidad y reacciones de indignación fuera de contexto;
- Incapacidad de mantener o establecer relaciones afectivas;
- Comportamientos negativos para su salud (uso de drogas, alcohol, medicamentos psicotrópicos);
- Problemas sexuales;
- Aislamiento por el continuo desamparo social;
- Desmotivación, ausencia de esperanza;
- Culpabilidad;
- Miedo;
- Vergüenza;
- Escasas habilidades sociales;
- Trastornos de sueño;
- Respuestas emocionales limitadas;
- Poco o nulo margen en la toma de decisiones;
- Interiorización del machismo.
El maltrato también interfiere con la posibilidad de mantener un empleo o conseguir empleo ya que la mujer abusada tiene menor rendimiento y mayor ausentismo. Los proyectos personales son normalmente abandonados como también el estudio universitario o terciario. Otro efecto más devastador, es cuando la mujer termina quitándose la vida como consecuencia del abuso sistemático perpetrado por el hombre, que todavía sigue impune. En Argentina, estos suicidios se los categoriza como suicidios feminicidas.