Esta es una de las preguntas más frecuentes que escuchamos hoy en día cuando nos encontramos con diversos desafíos, enfermedades o tragedias. ¿Por qué un Dios bueno y todopoderoso permite la maldad y el sufrimiento? ¿Es que Dios no es bueno, o si es bueno, quizás no es todopoderoso?
Es difícil comprender todo lo que ocurre en este mundo, y hay ciertas cosas de las cuales nunca vamos a entender completamente, o que no tienen ningún sentido para nuestra limitada mente humana. Pero los caminos de Dios son mas altos que los nuestros y debemos confiar en que hay un propósito detrás de cada sufrimiento que atravesamos. Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos, afirma el Señor. Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!
¿Qué nos dice la Biblia sobre Dios y el sufrimiento?
La Biblia nos revela que Dios es todopoderoso. Salmos 147:5 “¡Qué grande es nuestro Señor! ¡Su poder es absoluto! ¡Su compresión supera todo entendimiento!” Jeremías 32:17 ¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti;
Su palabra nos dice que Dios también es bueno. Salmos 145:9 “El Señor es bueno con todos;
él tiene misericordia de todas sus obras”.
Entonces si Dios es bueno y todopoderoso, ¿por qué permite tanta maldad? Hay varias razones por esto…
La primera es porque tenemos libre albedrío. Imagínate un mundo sin opciones; seríamos seres robóticos y sin la libertad de elegir nuestro camino. Cuando leemos de la creación del mundo en Genesis 1 y 2, al hombre se le dio la libertad de elegir obedecer a Dios y disfrutar de sus bendiciones, o desobedecer a Dios y sufrir las consecuencias. De esa misma libertad disfrutamos nosotros y también por las malas decisiones que tomamos, muchas veces sufrimos consecuencias dolorosas. No quiero decir que cada sufrimiento es un juicio de Dios, pero en ocasiones, es una consecuencia de nuestro pecado.
Sin un libre albedrío, no habría amor verdadero; sería un mundo robótico y sin sentido. Cuando Dios permite el sufrimiento, nos revela quien somos, como respondemos cuando las cosas no salen bien o como lo planeamos. Nos hace experimentar las consecuencias de las decisiones que tomamos, ya que toda decisión tiene una consecuencia.
Hay algunas lecciones en la vida que solo aprendemos en el sufrimiento. Es durante este proceso que llegamos al fin de nosotros mismos, de nuestra fortaleza y autosuficiencia y nos rendimos a Dios. Acá es cuando decimos, “Señor, si no me ayudas, no tengo ninguna solución”. El dolor nos puede hacer mejores personas y acercarnos a Dios, o nos puede convertir en personas amargadas y rencorosas, si respondemos de manera incorrecta o egoísta.
La segunda razón por la cual Dios permite el sufrimiento es porque vivimos en un mundo caído. Esto significa que luchamos con el pecado diariamente. La palabra “caído” en la Biblia se usa para alguien o algo espiritualmente y moralmente deteriorado. Esta caída afecta toda parte de nuestras vidas: los pensamientos, comportamientos, acciones, cultura, y las decisiones que tomamos. Es la razón por la cual vemos tanta violencia, abuso, adicciones, perversiones y todo tipo de maldad. Las enfermedades y los desastres naturales son también efectos del pecado en el mundo. Romanos 8:22 “Sabemos que toda la creación todavía se queja pues está sufriendo; es como si tuviera dolores de parto.” Este no fue el plan original de Dios para la humanidad, pero la desobediencia trajo una maldición sobre toda la creación.
Por último, el sufrimiento existe porque hay fuerzas malignas en el mundo espiritual que empodera el accionar del mal. Efesios 6:12 “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”. Todas las tragedias, asesinatos, violaciones, ataques terroristas y muchas mas se llevan a cabo por personas morales libres de decidir por si mismas. Son personas motivadas y empoderadas por fuerzas espirituales malignas.
Sin embargo, hay buenas noticias y esperanza en el evangelio. Dios prometió que un día todo será restaurado, y que el dolor y la maldad desaparecerán para siempre. El mal no quedará sin castigo. El apóstol Pablo dijo “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada” (Romanos 8:18).
En un mundo de tanta maldad y dolor, Dios es nuestro refugio y fortaleza. Salmos 46:1-2 “Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestra segura ayuda en momentos de angustia. Por eso, no temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hundan en el fondo del mar”. Dios tiene un propósito en medio del dolor, aunque no lo entendamos. Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas le ayudan a bien (Romanos 8:28). Si respondemos antes las dificultades con una actitud de fe a Dios, de adoración y agradecimiento por su amor, cuidado y bendiciones, podremos vivir en paz en medio de las pruebas.
La promesa que encontramos en Apocalipsis 21:4 es que cuando Jesús regrese, “Él enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte ni llanto, tampoco lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir”. Esta es la herencia que aguarda a los hijos de Dios, aquellos que ponen su fe en Jesucristo para salvación y perseveran en fidelidad.
Carina Vera