¿Dónde está Dios en situaciones violentas?
Guía Pastoral

¿Dónde está Dios en situaciones violentas?

¿Dónde está Dios cuando los menores son abusados, cuando hay violencia contra las mujeres, durante violaciones, raptos, asesinatos, o cuando millones de personas son exterminadas sistemáticamente por un dictador? como ocurrió con Adolfo Hitler.   Es fácil pensar que Dios tendría que parar todo tipo de acto diabólico contra las personas, pero cuando esto no sucede de la manera que esperamos, tendemos a dudar de la presencia y omnipotencia de Dios.   

La incapacidad de resolver el problema de la maldad y como lo asociamos a la manera en que Dios tendría que manejarlo, ha distanciado a muchas personas de nuestro creador.  Cuando Dios no responde de la manera esperada o no nos responde, pensamos que fuimos abandonados o que nos debe estar castigando por algo que hicimos.  Quedamos desconcertados cuando una situación devastadora llega a nuestras vidas y no vemos una salida.  Ahí es cuando clamamos a Dios y hasta podríamos enojarnos con él por no ver protección y justicia para los desamparados.   

En realidad, Dios no actúa basado en lo que nosotros queremos ni tampoco en nuestro tiempo.   La Biblia nos enseña que Dios gobierna soberanamente sobre todo el universo y todas sus obras.  Dios es omnipresente, está en todas partes y en todo tiempo.  Él es universalmente soberano sobre las naciones, la humanidad, los ángeles, el dominio de las tinieblas y sus habitantes, e incluso sobre el cosmos, los creyentes individuales y la iglesia.  Él siendo un ser independiente, puede Dios hacer lo que le place.  Soberanía divina simboliza que Dios es quien se sienta en el trono del universo y desde ahí manifiesta su supremacía. “El que hace todas las obras según sea el designio de su voluntad” – Efesios 1:11.

Dios tiene sus tiempos y un plan para cada uno de nosotros.  Isaías 55:8-9 nos dice “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos – afirma el Señor.  Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”.  Hay muchas cosas que no vamos a entender y respuestas a situaciones de la vida que no vamos a encontrar, que solo Dios saber por qué ocurren.  Cuando atravesamos tragedias incomprensibles, tenemos que creer que Dios sigue estando en control y que no vamos a tener una respuesta a todas nuestras preguntas mientras que estemos en la tierra.

Si crees en Jesucristo como tu salvador personal, Dios está contigo en todas partes.  La presencia de Dios y su cuidado te acompañan todos los días de tu vida.  Si no crees en Jesucristo, entonces Dios está invitándote a que tengas una relación personal con él.  Dios está ofreciéndote su amor, su misericordia y su gracia.  En momentos difíciles de la vida, confía en sus promesas y descansa en su presencia.  

A veces podríamos preguntarnos ¿es Dios bueno todo el tiempo?  El Salmo 100:5 nos dice “El Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre.”  La naturaleza de Dios comienza con amor y compasión, como lo vemos en Génesis 1 y 2 desde el principio de la creación.  Dios es bueno todo el tiempo porque perdona a aquellos que se arrepienten de sus pecados, buscan su rostro y aceptan a Jesucristo como su Señor y Salvador.  Él te ama porque te hizo y por su gracia podemos ser salvos de la condenación eterna.  La Biblia dice en 1 Juan 4:8 “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.”

Pero entonces ¿por qué Dios permite tantas tragedias en el mundo? Esto se debe a que la humanidad elige rechazar el buen plan que Dios ofrece y entonces vivimos en un mundo caído y depravado.  Todos los seres humanos son pecadores.  El plan de Dios para la humanidad siempre fue que lo amemos de verdad y vivamos libre de pecado, pero no nos obliga a hacerlo.  Dios siempre nos da libre albedrío, para elegir seguir su camino y ser salvos o seguir viviendo en pecado.  Sin libre albedrío, seríamos como títeres.  Ya que Dios busca tener una relación viva y eficaz con cada uno de nosotros, nosotros somos los que tenemos que elegir cuál camino tomar.  Dios quiere que elijamos amarlo a él. 

La destrucción y la muerte no son el plan de Dios; esto es el resultado del rechazo de Dios por los seres humanos.  2 Corintios 4:4 dice “El dios de este mundo ha cegado la mente de estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.  El dios de este mundo se refiere a Satanás que ejerce la mayor influencia sobre los ideales, opiniones, filosofías del mundo, la educación, el comercio y puntos de vista de la mayoría de las personas.  Sus mentiras y engaños se ven en las falsas religiones, pensamientos malvados, ideas y creencias ateas, etc.  Pero esto no quiere decir que Satanás tiene control completo del mundo; Dios sigue siendo soberano, aunque permite que Satanás opere en este mundo dentro de los límites que Dios le puso.  Satanás tiene control sobre los incrédulos, pero los creyentes ya no están bajo su control (Colosenses 1:13).  Los incrédulos están bajo el dominio del diablo (2 Timoteo 2:26) y en esclavitud a él (Efesios 2:2).

A pesar de esto, el amor de Dios se sigue manifestando en este mundo de tanta destrucción y aflicción.  Él nos da una salida al poder arrepentirnos de nuestros pecados y elegir aceptar a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador.  “Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí”. (Juan 14:6).  La Biblia nos enseña en Romanos 10:9-10 que “si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo.  Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo”.

Tenemos la opción de aceptar a Jesucristo y permitirle que cambie nuestras vidas por completo.  Como nos dice 2 Corintios 5:17, si alguno está en Cristo, es una nueva creación.  ¡Qué buena noticia es el mensaje de salvación que nos ofrece Dios!  Solo un Dios de amor puede ofrecer a su único hijo para salvarnos de nuestros pecados. En la cruz, Dios puso el castigo de nuestros pecados sobre Jesús, a fin de que podamos ser la justicia de Dios a través de la fe en él (2 Corintios 5:21). 

“Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” – Juan 3:16

                                                                                                                                         Carina Vera

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