La Responsabilidad de los Padres sobre la Vida Espiritual de los Hijos
Guía Pastoral

La Responsabilidad de los Padres sobre la Vida Espiritual de los Hijos

Hoy en día es muy común ver como los padres y las madres trabajan todo el día para poder darle a sus hijos el mejor estándar de vida que puedan dentro de sus recursos.  Vemos lo normal que es pasar la mayoría de los días fuera de la casa dedicando casi todo el tiempo al trabajo, obligaciones, vida social, etc. y dedicando muy pocas horas en familia con sus hijos.  

Sabemos que es importante darle una buena educación y crianza a nuestros hijos y proveerles lo mejor que podamos, pero también debemos tener en cuenta que la responsabilidad principal de los padres hacia los hijos es en su vida espiritual.  La formación espiritual de los niños y adolescentes se da a través de la palabra de Dios y nuestro deber principal como padres es enseñarles a caminar con Dios. 

Proverbios 22:6 nos dice “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”.  En primer lugar, ocuparnos de la formación espiritual de los hijos empieza con enseñarles a diario la palabra de Dios en el hogar, y no solo hablarles, pero también vivir una vida que demuestra nuestra fe agradando a Dios en todo momento. 

Los padres deben ser un ejemplo de fe en su hogar, deben demostrar lo que dicen que creen y vivir conforme a la palabra de Dios.  El Señor exige una vida de santidad en la familia, donde los padres dan el ejemplo de ser verdaderos hijos de Dios.  Recordemos que los hijos aprenden mucho de los comportamientos de los padres y si ven que alguno de ellos se profesa creyente pero su vida demuestra algo distinto, es probable que ese hijo no siga los caminos de Dios, sino que aprenderá de las conductas que vio en su hogar.

Veamos lo que nos dice el Señor en Deuteronomio 6:5-9 5Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades.

Mientras tengamos influencia sobre nuestros hijos, debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para enseñarles el camino y los mandamientos de Dios.  En estos tiempos, hay muchas familias que quieren delegar la responsabilidad de la vida espiritual de sus hijos a los colegios cristianos, iglesias, grupos de jóvenes, etc.  Si bien estas organizaciones ayudan a guiar a nuestros hijos al camino de la vida eterna, los padres son responsables ante Dios de pasar el mensaje del evangelio.    

Hay varias maneras de guiar a los hijos a amar al Señor.  Una es a través de la meditación de la palabra de Dios.  Debemos poner la palabra de Dios en nuestro corazón para que nuestros pensamientos e intenciones estén diariamente guiados por el Espíritu Santo.  Es importante leer la palabra de Dios con nuestros hijos a diario como también orar con ellos.  Debemos repetirle la palabra de Dios con frecuencia y no desviarnos de lo que dice.  Se debe enseñar de forma piadosa y con amor, hablando con reverencia y seriedad para beneficio de nuestros hijos, familiares y amigos.

2 Timoteo 4:2 nos dice Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”.  Porque sabemos que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Romanos 10:17).

Dediquemos tiempo a nuestros hijos todos los días, amándolos, enseñándoles, escuchándolos, viviendo una vida de santidad, pasando la antorcha de la palabra de Dios.  Algún día, cuando veamos a Dios cara a cara, no vamos a ser juzgados por el tipo de casa que le dimos a nuestros hijos, ni si fueron al mejor colegio o universidad, si vivieron en un nivel socioeconómico alto o bajo, sino que vamos a ser juzgados por si tomamos con seriedad en guiar a nuestros hijos en el camino verdadero de la vida eterna. 

Veamos la vida a través de los ojos espirituales como nos ve nuestro Creador y no a través de los ojos del mundo.  Porque el mundo mira las apariencias exteriores, las cosas superficiales, pero Dios mira el corazón de la persona.  El corazón revela las intenciones que uno lleva adentro, revela la integridad, la moral y la fidelidad que alguien tiene hacia el Señor.  En 1 Samuel 16:7, “el Señor le dijo a Samuel: No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”.

Aprovechemos bien el tiempo que tenemos en esta tierra y esforcémonos para ganar almas para el reino de Dios.  ¡Bendiciones!

Carina Vera

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