Hay un concepto en la Biblia de que todo lo que el hombre siembra se cosecha. Todo en nuestra vida, sea bueno o malo, producirá un resultado acorde a las semillas que hemos sembrado. Dios estableció leyes naturales durante la creación y todo el universo está sometido al cumplimiento de estas leyes. Los científicos todavía no logran entender por completo las leyes naturales. Por ejemplo, tenemos la ley de la gravedad, que funciona a la perfección día tras día, como también la ley de acción y reacción, la ley de inercia, etc.
De la misma manera, existen leyes espirituales establecidas por Dios. Hoy vamos a hablar de la ley de la siembra y la cosecha. Esta es una ley espiritual y universal establecida por Dios desde la creación, y se aplica a todas las áreas de la vida, tanto en la naturaleza, como en lo material y espiritual. Todo lo que hacemos, todo lo que decimos y nuestras actitudes, son una siembra y el resultado de la siembra es la cosecha. Veamos lo que nos dice la Biblia en Gálatas 6:7-8:
“7 No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. 8 El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.”
La vida es un campo en el cual sembramos; un campo en donde sembramos semillas buenas (las que se originan en el espíritu santo) o malas (las que se originan en nuestros deseos pecaminosos). El resultado es la cosecha que recibimos de acuerdo a las semillas que sembramos. Las mismas leyes que rigen la siembra y la cosecha en el mundo natural son las que se cumplen en el mundo espiritual. Hay 4 principios básicos que gobiernan la ley de la siembra y la cosecha.
- La Semilla Tiene que ser Plantada para poder Cosechar
El primer principio básico de esta ley, es que debemos sembrar para cosechar. El proceso tiene un orden lógico, en lo natural, como cuando alguien siembra semillas en un campo, y también en lo espiritual. Nadie puede pretender obtener una cosecha sin haber sembrado antes. Esto parece muy lógico y claro, pero se sorprenderían de la cantidad de gente que espera obtener cosechas de algo que nunca sembró. ¡Nunca vas a cosechar una semilla que tienes guardada!
Marcos 4:26-29 “Jesús continuó: El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que este sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.”
Sembrar y cosechar es un acto de fe. Es un acto de fe, porque no vemos que nada ocurre de inmediato. Es decir “Yo creo que algo grande va a ocurrir porque estoy plantando esta semilla”. Parece que la semilla está enterrada, que todos caminan sobre ella, pero la verdad es que esa semilla está creciendo en una planta, o en un árbol, está formando raíces debajo de la tierra. Cuando la semilla está bajo tierra, en la época más oscura, algo sobrenatural sucede. Cuando está cubierta por mucha tierra, la pequeña semilla no se puede detener. Pero en efecto, un día, esa pequeña semilla rompe la superficie de la tierra y sale a la luz.
2. Sembramos Semillas de la Especie que Queremos Cosechar
El segundo principio de esta ley es que sembramos semillas de la especie que queremos cosechar. En el libro de Génesis (capitulo 1:11-12), vemos que cuando Dios creó todas las plantas, determinó que cada árbol, cada planta, cada hierba produzca semilla según su propia naturaleza. Si un agricultor siembra semillas de naranjas, entonces va a crecer un árbol de naranjas, no de manzanas. Si siembras amor, cosecharas amor y así con todo.
De la misma manera, nuestra cosecha va a depender de nuestra siembra. Hay dos tipos de semillas: la semilla buena y la semilla mala.
Semilla mala – la que se origina en nuestros deseos pecaminosos. Esta semilla produce pecado y corrompe nuestro carácter, llevándonos a la destrucción de nuestro propio ser. Ejemplos: negatividad, enojo, lujuria, maldad, impiedad, rebeldía, desobediencia, perversidad, injusticia, inmoralidad.
Gálatas 5:19-21 “19 Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; 20 idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos 21 y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Semilla buena – la que se origina en el Espíritu Santo. Esta semilla tiene cualidades semejantes a las de Cristo que llevan a la vida eterna. La persona que somete su vida a Cristo y vive por el Espíritu, tiene el poder, el dominio propio y el amor para poder obrar conforme al designio divino. Ejemplos: amor, paz, armonía, compasión, misericordia, generosidad, justicia, sabiduría, buenas actitudes y acciones, bondad, felicidad.
Gálatas 5:22-23 “22 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23 humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.”
La Biblia compara la vida cristiana con el ejercicio de cultivar una y otra vez. Sembremos buenas semillas que produzcan una buena cosecha. Dale a Dios lo mejor y siembra en el reino de Dios.
3. La Cosecha Siempre Será en Proporción a lo que se Siembra
El tercer principio de esta ley es que mientras más siembras, mas cosechas, por lo tanto, menos siembras, menos cosechas. La cosecha es un milagro de Dios. Pablo nos dice en 1 Corintios 3:6 “6 Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.”
2 Corintios 9:6 “6 Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará.”
Ahora, tenemos que tener en cuenta que el tiempo de la cosecha es diferente al de la siembra. Los resultados toman tiempo. No podemos esperar sembrar hoy o un fin de semana cuando estamos en la iglesia y que a los pocos días ya tengamos nuestra cosecha. Cuando se siembra la tierra, la cosecha se obtiene meses después. De la misma manera ocurre en el mundo espiritual.
La maldad y la bondad no siempre serán recompensadas de inmediato, pero podemos estar seguros de que toda acción es una semilla sembrada y la cosecha llegará. Jesús bendecirá a los que lo aman, lo aceptan como su Salvador y viven una vida para agradarle. A la misma vez, Dios castigará todo pecado y las consecuencias alcanzarán al impío en su debido tiempo, ya que el tiempo de la cosecha es diferente al de la siembra. Por lo tanto, es importante que el hombre se arrepienta antes que coseche las consecuencias de sus malas obras.
Como dijo el apóstol Pablo “9 No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos” – Gálatas 6:9.
Las leyes de Dios no son arbitrarias; están ahí para protegernos de decisiones y comportamientos que de otra forma tendrían consecuencias dolorosas tanto para nosotros como para los demás. Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros; es por eso que nos da los principios espirituales necesarios para vivir plenamente ahora y por la eternidad.
4. El Resultado de esta Ley es Multiplicativo
Esto es uno de los principios más importantes “SE COSECHA MAS DE LO QUE SE SIEMBRA”. Lo que se siembra, se cosecha en forma multiplicada. El Salmo 32:10 aclara que los dolores para el impío serán muchos, ya que lo que se siembra, se cosecha en mayor proporción, pero también todo lo bueno que se hace, Dios lo recompensa abundantemente.
El resultado multiplicativo de esta ley está basado en el hecho de que una persona siembra una semilla, pero como cosecha no se obtiene otra semilla, sino que el resultado de dicha siembra será un árbol, una planta o un arbusto que tiene muchos frutos, flores, y muchas semillas dentro de esos frutos. En el ámbito natural, para un agricultor, esto es muy lógico. Sin embargo, muchas personas se olvidan que en lo espiritual sucede exactamente lo mismo. La ley de la siembra y la cosechaes una ley espiritual, así que está presente en todo lo que hacemos.
Por eso tenemos que preguntarnos: ¿Qué estoy sembrando? ¿Para quién estoy sembrando? ¿Qué tipo de semillas estoy sembrando? ¿Estoy sembrando para mí o para Dios? Jesús nos enseñó que debemos sembrar nuestra propia vida, que no podemos aferrarnos a ella y que debo dedicar mi vida a Él. ¡Tu vida no es tuya, es de Dios! Tu vida le pertenece a Dios.
Juan 12:25 nos dice “25 El que se apega a su vida la pierde; en cambio, el que aborrece su vida en este mundo la conserva para la vida eterna.”
Debemos sembrar en FE. Aquello que más necesites en tu vida es lo que debes sembrar en fe. Con la acción de Dios, se dará lo sobrenatural.
Carina Vera
Primeramente agradezco a Dios por permitir usar todas las herramientas para predicar de su palabra y como cuando necesitamos saber mas ..y como yo ahora necesitaba estudiar lo que es siembra y cosecha y en este art. Lo pude encontrar.. Dios los BENDIGA
Bendiciones Claudia!
Es una enseñanza muy linda que atraido mucha bendicion y enseñanza a mi vida xk estoy enpesando a predicar Dios te bendiga Sierva y te siga usando grande mente muchas bendiciones de peru’
Gracias por tu comentario; que el Señor te siga bendiciendo y guiando siempre!
[…] la travesía de la vida, es inevitable tropezar con el principio de siembra y cosecha que Dios estableció en su creación. Este pasaje nos recuerda la importancia de nuestras acciones […]
[…] la travesía de la vida, es inevitable tropezar con el principio de siembra y cosecha que Dios estableció en su creación. Este pasaje nos recuerda la importancia de nuestras acciones […]